Probar es buscarle los fallos a un programa.
La fase de pruebas absorbe una buena porción de los costes de desarrollo de software. Además, se muestra renuente a un tratamiento matemático o, simplemente, automatizado. Su ejecución se basa en metodología (reglas que se les dan a los encargados de probar) que se va desarrollando con la experiencia. Es tediosa, es un arte, es un trabajo que requiere una buena dosis de mala intención, y provoca difíciles reacciones humanas.
Aunque se han desarrollado miles de herramientas de soporte de esta fase, todas han limitado su éxito a entornos muy concretos, frecuentemente sólo sirviendo para el producto para el que se desarrollaron. Sólo herramientas muy generales como analizadores de complejidad, sistemas de ejecución simbólica y medidores de cobertura han mostrado su utilidad en un marco más amplio. Pero al final sigue siendo imprescindible un artista humano que sepa manejarlas.
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